sábado, 6 de enero de 2018

Montessori para bebés:Por dónde empezar


Todo el trabajo de Maria Montessori - una doctora italiana a principios del siglo XX - fue un intento de responder a una sola pregunta: ¿cómo podemos tener en cuenta todo el ser educativo?



Maria Montessori considera al niño como un todo, desde su nacimiento (e incluso antes) y ofrece una amplia gama de actividades para apoyar su desarrollo y satisfacer sus necesidades.

El niño debe invertirse en una actividad para desarrollar su inteligencia.
Debe encontrar en su entorno lo que necesita para manipular el mundo real.
El lugar del adulto no es el de un maestro que modela, sino el de un guía que abre caminos y prepara el terreno para el niño.
Sus ideas, revolucionarias para su tiempo, son de nuevo muy actuales hoy en día, en un contexto donde el tema de la paternidad preocupa cada vez más a los padres.



El niño y el aprendizaje en Montessori



Montessori para niños pequeños es sobre todo una manera de estar con su hijo, de acompañarlo en sus descubrimientos y aprendizaje, a su propio ritmo. El bebé no debe ser empujado a sentarse o caminar, sino que debe tener derecho a completar todas las etapas del desarrollo cuando sea el momento adecuado para él o ella; independientemente de si tiene 6 meses, 9 meses o 15 meses de edad. Es un actor en su propio plan de desarrollo, que lleva dentro de sí.



La importancia del medio ambiente y el libre juego
El medio ambiente, o "atmósfera", es primordial en el pensamiento de Maria Montessori. Para que el niño pueda evolucionar libremente, necesita un entorno pensado y preparado para él o ella, adaptado a sus necesidades. Encontrará un ambiente tranquilizador y de apoyo en el que podrá progresar a su propio ritmo con total libertad.
Desde el nacimiento, el bebé necesita tiempo para descansar en un colchón en el suelo. Allí es libre de experimentar con la concentración, la observación del entorno y sus sensaciones.
Es libre de moverse y ejercitar sus capacidades crecientes. Más tarde, viajará para elegir sus propias actividades a su alcance.
El bebé se mueve para participar en la vida, su movimiento nunca debe ser obstaculizado o dirigido por la mano del adulto.



La actitud del adulto cariñoso


Para que los niños puedan moverse libremente, el entorno preparado es importante, pero no es suficiente. Debe estar "envuelto" en los ojos del adulto acompañante. Éste está ahí para el niño, para ayudarle a hacerlo por sí mismo pero sin demasiada intervención o dirección. Tampoco debemos creer que se trata de dejar que el niño lo haga todo. Siempre necesita la presencia del adulto para recordarle con amabilidad y respeto los peligros y prohibiciones. Su voluntad está en desarrollo, requiere nuestra constancia.



La importancia de la mano




Para responder a los deseos de este pequeño explorador insaciable impulsado por su deseo de descubrir el mundo, debemos proporcionarle objetos seleccionados que él mismo pueda manipular. De hecho, Maria Montessori observa que la construcción de la inteligencia se hace a través del bucle "mano-cerebro": al manipular objetos, la mano percibe la información que envía al cerebro. Los asimila y la mano utiliza los nuevos datos. Así, poco a poco, la inteligencia se va construyendo en contacto con el mundo real.
Las manos del niño pequeño necesitan una variedad de sensaciones, pequeñas cosas que atrapar y formas que manejar. Todas estas pequeñas actividades permitirán al niño comprender el mundo a su nivel.



Actividades Montessori adaptadas


Las actividades Montessori que se ofrecen al bebé evolucionarán con el tiempo y serán más numerosas. Poco a poco tomará posesión de su entorno y su autonomía crecerá. Inicialmente, el bebé no necesita muchas cosas; algunos cascabeles muy ligeros, un motivo y tiempo para él. Un poco más tarde, unas pequeñas cestas a su disposición le ofrecerán varios descubrimientos sensoriales: pelotas suaves, telas, pequeños objetos cotidianos para explorar... A medida que sus habilidades motoras se desarrollan, el niño pequeño pide participar cada vez más. Tendremos que adaptar el entorno a su creciente capacidad de crecimiento y darle cosas que manipular para satisfacer su necesidad de hacer que sus manos trabajen cada vez más finamente: poner una bola en un agujero, fichas en una hucha, perlas.